¿Te ha pasado alguna vez que lees un artículo en un blog, que parece que “te está diciendo algo”, pero que al final te deja cierto mal sabor de boca?
Está escrito en segunda persona (Qué tienes que hacer para…), habla sobre el problema que TÚ tienes (vender más, encontrar trabajo, etc.), pero cuando te habla de sus recetas, de sus soluciones, sientes que el autor del artículo no ha comprendido la singularidad de tu situación.
Es decir, está simplificando demasiado.
Te ha generado expectativas, sí.
Pero, al leer el post, no te sientes comprendido.
El autor no ha logrado empatizar contigo. Y digo contigo, porque es posible que con otras personas sí lo haya logrado.
Si tú también te has encontrado con este problema, créeme que es mucho más común de lo que te parece. En este post quiero hablarte acerca de la empatía y de cómo podemos dejar esa impronta en nuestros textos.
Índice
¿Qué es la empatía?
No quiero escribir un artículo sobre la empatía y pecar yo mismo de ese error. Así que una buena forma de empezar es tratando de definir los conceptos, ya que es posible que tengamos diferentes opiniones sobre lo que significa.
El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española da dos acepciones sobre la palabra empatía.
1. Sentimiento de identificación con algo o con alguien.
2. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Si te das cuenta, esta segunda acepción es una cualidad esencial cuando eres un profesional y tienes claro que debes “aportar valor”. Si no te identificas con tus lectores, con tus clientes, si no comprendes la magnitud de sus necesidades, ¿cómo poder ayudarles a solucionar sus problemas, ya sea vendiéndole productos o servicios?
Primero debes tener el sentimiento; después, la capacidad de identificarte con sentimientos similares que tienen los demás y hacérselo ver.
El problema de la empatía en el blogging
Entremos un poco más en profundidad. Todos sabemos que en el blogging la comunicación es multi-direccional. Es decir, tú escribes un post y lo leen decenas, cientos o miles de personas.
A diferencia, por ejemplo, de una consultoría, donde hay una relación más personalizada.
Por tanto, te estás relacionando con decenas, cientos o miles de personas con problemas similares, pero con sus propias singularidades. Los usuarios no son una masa, no comparten la misma historia aunque puedan agruparse por segmentos, no tienen la misma vida.
Esto provoca que debamos ser mucho más cuidadosos a la hora de expresarnos.
Las personas no reaccionan de la misma manera ante determinados estímulos. Tienen reacciones diferentes según sus características personales.
Lo mismo que decimos de las personas, es aplicable a las empresas y los empresarios. Cada uno tiene su propia concepción de las cosas.
Aquí puedes ver, por tanto, un problema muy evidente: ¿cómo me puedo identificar o compartir los sentimientos de miles de personas diferentes?
Cómo escribir para personas diferentes
Un blogger escribe un artículo de blog con la intención de prestar su ayuda. De dar consejos sobre algún tema en el que, se supone, es experto.
Entonces, decenas, cientos o miles de personas llegan a ese artículo de blog. Unos llegan el mismo día en el que lo publicó, otros esa misma semana y otros al año siguiente de escribirlo.
Generalmente, esos usuarios que llegan tienen un problema relacionado con la temática del post. Por ejemplo, un post que se llame “Qué hacer en la vida después de la universidad” presumiblemente atraerá mayormente a universitarios desorientados que buscan ayuda.
Habrá mucha gente que llegó allí por equivocación, y se marchó, pero a esos no los tenemos en cuenta en esta selección. Hablamos de los que sí tienen interés por el tema. Te recomiendo que leas el post Cómo determinar tu lector ideal
Unos habrán llegado por las redes sociales, otros por Google y alguno a través de un link en otro artículo. Pero la cuestión es que todos los que hicieron click, de algún modo, tenían cierta curiosidad o un problema asociado a ese título: “Qué hacer en la vida después de la universidad”.
Veamos algunos consejos que habría que tener en cuenta.
#1 – Piensa en el estado de ánimo del otro
Pregúntate, entonces, cómo son las personas que tienen dudas sobre lo que hacer cuando terminan la universidad. Si has hablado con ellas, has buscado datos estadísticos, o recuerdas tus propias sensaciones en ese momento, te resultará más fácil que si no lo has vivido nunca.
Esos sentimientos probablemente sean:
- Incertidumbre
- Desesperación
- Desconfianza en el mercado
- Miedo al futuro
- Conflicto entre ideales y realidad
- Presión social
Para tener empatía, tu texto debe enfocarse en esos sentimientos, debe reflejarlos, debe sacarlos afuera antes de dar ninguna lista de consejos típicos de sentido común.
¿Cómo le escribirías a una persona que experimenta las sensaciones que hemos señalado? Puede haber diferentes tácticas.
1. Me pongo en plan duro para contarle que se tiene que poner las pilas.
2. Le hablo con cierta condescendencia y comprensión para que no se frustre.
Decidir qué táctica sigues ya es cosa tuya. Eso se reflejará en el tono del artículo. Habrá gente a la que le guste un método y habrá otros a los que no. Es algo que no vas a poder controlar.
No obstante, en ambos casos tienes que mostrarle al otro que comprendes lo que está pasando y que tu conocimiento está basado en la realidad.
Si no manejas los problemas más típicos de las personas en esa situación, los lectores probablemente lo notarán. E, incluso si los manejas, no necesariamente los expondrás de manera eficaz si no le haces sentir a la persona que los vive que le comprendes.
#2 – Lo que todo el mundo dice no siempre es lo que la gente necesita
Es decir, siempre hay algunos consejos generales que normalmente están basados en el “sentido común”, y que probablemente es lo que ya están oyendo.
- Vete a Inglaterra a estudiar inglés
- Estudia un máster
- Especialízate
- Haz otra carrera
- Hazte emprendedor
Etc.
Podemos enfocarnos en esos consejos generales de “sentido común” que todo el mundo dice, pero las personas son complejas y es muy probable que hayan pensado ya en estas cosas. Habrá otros a los que, sin embargo, sí que les resultará novedoso.
Hay una inmensa casuística. Habrá gente para la que el tema de tu post va a sonar muy general, muy falto de empatía. Algunos dirán: «Pues no me cuenta nada nuevo, yo ya había pensado en todo eso y tengo una razón por la que no quiero hacer esas cosas». Y otras, en cambio, pensarán: «Ah, pues puede que sí sea buena idea hacer esto o lo otro».
¿Y sabes por qué pasa esto? Porque, cuando escribes un artículo, estás pensando en un tipo de persona concreto. Pero lo que le puede ser útil a un tipo de persona, puede ser altamente simple o poco interesante para otra.
Por ejemplo, si haces un apartado en tu post que hable de “Por qué estás en el paro”, no les puedes vender a todos la misma receta. De hecho, habrá cientos de razones por las que una persona en concreto se encuentra en el paro. Te va a llegar un público muy heterogéneo.
Si una persona lee “Por qué estás en el paro” y se encuentra un consejo que dice “aumenta tu formación, haz un curso, etc.”, a lo mejor le resulta útil si hablamos de un lector que siente que no se ha formado lo suficiente. Y su reacción puede que sea: “Sí, es verdad, tengo que estudiar una carrera”.
Pero si hablamos de una persona que tiene varias carreras y masters, y se está dando cuenta de que el exceso de “titulitis” no le ayuda a encontrar trabajo, esa persona percibirá el consejo “aumenta tu formación” como una burla, refleja cierta falta de empatía ante la persona que está siendo víctima de la “sobrecualificación” y la falta de oportunidades laborales.
Mismo artículo, diferentes lectores y, por tanto, diferentes percepciones y reacciones sobre lo que has escrito.
Unos te darán las gracias porque les has ayudado y los otros te odiarán y te dirán que no tienes empatía. Otros se quedarán en silencio. Y tú te preguntarás por qué hay personas que sí lo aceptan y no lo aceptan.
Y la razón está precisamente en ese “tú” implícito en el post “Por qué estás en paro”. ¿Quién es ese “tú” al que te diriges? ¿Has tenido en cuenta que hay muchos “tus” diferentes que están en paro?
No todo vale para todo el mundo. Y, aunque es verdad que no siempre podemos agradar a todo el mundo, eso es algo que deberíamos dejar claro al menos en el desarrollo de los textos.
#3 – Anticípate a las réplicas; demuestra que ya has pensado lo que el otro pensaba
Un truco para ser empático con los demás es actuar en el blogging como en una partida de ajedrez. Si yo hago este movimiento, ¿qué otros movimientos va a hacer el otro? Y en esos casos, ¿cuál sería mi siguiente jugada?
Si te anticipas a las réplicas, mostrarás un mayor grado de comprensión. Por ejemplo, no le digas a cientos o miles de personas anónimas, alegremente: “Hazte emprendedor”. Piensa en todo lo que te van a responder y dales una respuesta de antemano.
- No puedo hacerme emprendedor porque no se me ocurre una idea brillante.
- Me falta dinero para invertir.
- No quiero hacerme emprendedor; quiero trabajar por cuenta ajena.
Etc.
A veces menospreciamos la mente de las demás personas, dándoles consejos en los que ellos ya han pensado. En todo caso, llevemos la conversación un poco más allá, dejando claro algunos puntos.
- Puedes montar un negocio por tu cuenta; autoempleo no es lo mismo que emprendimiento, pero tampoco es algo malo.
- Hay fórmulas que te pueden ayudar a financiarte
- Ser emprendedor es sólo una opción, primero debes preguntarte qué quieres tú hacer, segundo cómo lo vas a hacer…
- Etc.
El mero hecho de que tú le digas alguien algo en lo que esta persona ya ha pensado antes demuestra que vas un paso por delante.
Que comprendes las posibles réplicas, objeciones, ideas limitantes o cualquier elemento razonable por el que decide hacer o no hacer algo.
#4 – Para empatizar, también tienes que desactivar prejuicios
Estoy un poco aburrido de leer bloggers que repiten a la saciedad la idea de “no hay fórmulas mágicas”. Es verdad que no las hay y es verdad que esta frase es muy efectiva.
Da cierta credibilidad al que la dice, se quita el sambenito de “gurú” que tan mala fama da. No me molesta leerla cuando la dice alguien que demuestra su profesionalidad. El problema es que los vendedores de humo también se han aficionado a decirla y ahora todo el mundo la dice.
Pero, ¿sabes una cosa? Cuando alguien dice “no hay fórmulas mágicas”, está anticipándose al obstáculo mental de “éste es un gurú que me está vendiendo la moto”. Está tratando de desactivar un prejuicio.
Nos hemos anticipado al pensamiento de un conjunto de personas. Un pensamiento que podía entorpecer una comunicación eficaz.
Porque, para que la comunicación sea eficaz, ambos miembros deben tener cierto grado de empatía con el otro. No importa sólo que tú seas empático con el lector; debes conseguir que él tenga confianza en ti para que la comunicación funcione.
#5 – La empatía se trabaja; nadie tiene un 100% de identificación con el otro
Somos seres limitados; no estamos en la mente de todo el mundo, ni podemos ver las cosas desde todos los puntos de vista.
Por tanto, no podemos agradar a todo el mundo, incluso si lo intentamos. Cosa que, por otro lado, tampoco debemos hacer.
Una cosa es identificarse con el otro y otra hacer lo que el otro hace.
La empatía se puede trabajar a través de los textos.
Nuestra empatía va creciendo cuando nos encontramos con problemas y los resolvemos. Cuando adquirimos experiencia y ampliamos nuestra visión acerca de las sensaciones e ideas que puede haber en los demás. Cuando hablamos con la gente, nos informamos y nos empapamos bien del mundo que nos rodea.
Podemos alcanzar un alto grado de empatía en nuestros contenidos si nos lo proponemos. Ese es el objetivo de cualquier marca y de cualquier profesional que quiere vender en Internet. ¿Son tus textos empáticos?, ¿Comprendes de verdad a tus lectores?, ¿Has experimentado los problemas que ellos tienen y has dado con la solución?